sábado, 25 de julio de 2009

La frágil sensación de euforia


Se despierta un nuevo día. Abres los ojos, y piensas “otro día más”. No esperas nada de él. Como en todos los años que ya han pasado y no ha ocurrido nada. Pero es tu pasión, tu vida. Te levantas.


Conforme avanza la mañana te vas haciendo al ánimo. “¿Y si fuese hoy ese día?” De sobra sabes que las cosas no son ni mucho menos así, que nadie va a tocar a tu puerta y te va a solucionar la papeleta. Aún así sigues. Ni tan siquiera piensas en vivir de tu sueño, ya te conformas con que tu sueño no acabe matándote.


Llega el mediodía. Una llamada inesperada, un mail que te pone los pelos de punta, algo que te devuelve las esperanzas. No quieres hacerte ilusiones, pero te las haces. “Esto no puede pasarnos a nosotros…” Sonríes.


Cae la tarde y con ella tu optimismo. Un nuevo golpe, un nuevo revés, otra mentira. Otra decepción que se suma a las que ya hacen una pequeña montaña. Deberías estar de vuelta de todo esto, pero no lo puedes evitar y te afecta. Te derrumbas.


Anochece. Te diriges al ensayo pensativo, cabizbajo. “No me apetece sonreír”. Pero la música suena, y por los cuatro corre la misma mierda en las venas. Cuando te quieres dar cuenta has perdido toda esa tristeza que había venido contigo en el coche, y se ha transformado en rabia, fuerza… cojones.


Vuelves a casa de madrugada. No terminas de encontrarle el sentido a todo esto. ¿Lo haces por tu sueño, por los tuyos, por ti? ¿Por venganza, porque no sabes hacer otra cosa, por soltar todo lo que tienes en la cabeza?


Te duermes vagando entre esos pensamientos que dan vueltas por la habitación. La almohada hace tiempo que dejó de escucharte. Mañana será otro día, otro día igual.

viernes, 10 de julio de 2009


Hace unos meses fue el cumpleaños de mi prima pequeña. Tiene 6 añitos y va al mismo colegio al que iba yo cuando era pequeño. Entre los sándwiches y la tarta mi tía me sacó el periódico del colegio. Ya sabéis, esas revistas donde salen las fotos de cada clase con los niños bien sonrientes acompañados por sus profesoras. Mis ojos fueron directos a la profesora de la foto.

- ¿Esta es…?
- Si, todavía sigue ahí la mujercica.

Da la casualidad que mi tía también fue a ese mismo colegio. Así que somos tres generaciones que hemos pasado por allí. Seguí pasando páginas, y encontré muchas caras nuevas entre los profesores, pero todavía había caras familiares. Profesoras que le habían dado clase a mi tía, me dieron clase a mí y ahora se las dan a mi prima pequeña. Dios mío, deben tener como 80 años, y ahí siguen, al pie del cañón. Por un lado tiene mérito la cosa, pero por otro…

Por otro pienso, estas personas que se sacaron su titulación en un régimen político muy distinto del que hay ahora, bajo unos planes de estudio que distan mucho de los actuales, con unas costumbres, unas creencias y una forma de pensar totalmente desfasadas, como pueden encargarse de la educación de estos niños. Más aún teniendo nuevos profesores, con nuevas técnicas para tratar la educación del niño, con unos conocimientos renovados sobre pedagogía y organización del centro, y que en definitiva, saben como tratar a los niños dentro de los tiempos que corren. Por decirlo de cualquier manera, profesores actualizados. ¿Cómo siguen dando clase estas personas? No van a conectar de ningún modo con los niños, y si lo hacen, ¿qué les van a enseñar? ¿Ideas desactualizadas como “de cara a la pared”, “castigado limpiando los borradores” o “reglazos en las manos”?

Estaréis pensando, ¿y éste que se ha tomado hoy? Pues me surgió un paralelismo en la cabeza. Como no, con mi adicción, el rock.

Y es que me ocurre igual. En lugar de abrir la revista del “cole” de mi prima, abro la Heavy-Rock. Y si hay caras nuevas, pero es increíble, como si no hubiese pasado el tiempo, la mayoría estaban hace 10 años, y hace 20, y algunos hace 30 años, que carajo, incluso hace 50!!!

Y no me voy a meter con los internacionales, porque me sudan la polla. A mi me preocupa lo que pasa aquí. El rock español les importa tres mierdas a los británicos o a los yankees, así que ¿porqué cojones me va a importar a mi como esté su panorama?

Baron Rojo, Rosendo, Barricada, Los Suaves, Medina Azahara, Obus, Ñu, etc… pues lo pueden intentar, y de echo lo intentan, pero veo muy difícil que lleguen a las nuevas generaciones con un mensaje como dios manda. La propuesta de estos grupos está tan desfasada como los “reglazos en las manos”

Y es que estamos hablando de músicos con 40, 50 y alguno cerca de los 60. Es imposible que alguien con esa edad sienta las mismas cosas que un chaval de 17 años. Sus letras en esta época suenan a broma. No digo que no sean clásicos, no les resto su importancia en el rock nacional, pero si digo que su tiempo pasó. Echarle un vistazo al himno rock “Los Rockeros van al infierno” de Baron Rojo. “Se oye comentar a las gentes del lugar, los rockeros no son buenos”. Venga por favor.

Así que ahí estaba yo, con la tarta a mitad y la coca-cola calentándose, pensando ¿por qué narices no han jubilado a estos profesores y le han dado empleo a gente nueva? Su jubilación la tienen garantizada, mientras que los nuevos profesores buscan como locos un colegio donde poder trabajar.

¿Por qué coño no se jubila a los viejos grupos, y se les da la oportunidad a los nuevos? Alguien me dirá, “que poco respeto a las viejas glorias”. ¿Respeto? ¿Y qué respeto me tienen ellos a mí? Me miran por encima del hombro, se rascan la espalda los unos a los otros (revistas-grupos-festivales), nos hacen casi imposible tener un reconocimiento, se regodean de sus triunfos y me apartan llamándome novato. Pues aquí el novato te funde encima de un escenario. No nos duras ni un asalto vejestorio. Y lo demuestro cuando sea y donde sea.

Terminó el cumpleaños, me volví para casa y no di con la respuesta a esa pregunta. ¿Por qué siguen representándonos quienes no nos representan? Y me pregunto, ¿alguien lo sabe?